jueves, 18 de junio de 2009

3.3 – La Doctrina del Santuario (Daniel 8:14)

En el Capitulo 1 leímos sobre la ceremonia del Día de Expiación descrito en Levíticos 16. Este ritual fue el clímax de un ciclo de consagración anual para la nación Israelita. Los pasos para la expiación, desde una perspectiva nacional, fueron los siguientes:

a) Si un individuo, o la congregación en general, había cometido un “pecado por yerro (por ignorancia o involuntario) contra cualquiera de los mandamientos de Yahweh” (Lev 4:2) se le daba una provisión, tenia que ofrecer un animal en sacrificio para ofrecerlo como su substituto. (Lev 4:13,27)

b)Los pecados del individuo culpable se confesaban sobre el animal, transfiriendo así la culpa simbólicamente a la ofrenda inocente. (verso 33)

c) El penitente entonces tenia que degollar al animal frente al Tabernáculo. La sangre era llevada por el sacerdote al altar de oro, donde un poco de ella era aplicada en los cuernos y el resto se vertía en la base del altar. (Lev 4:34)

d) Un paso que frecuentemente se pasa por alto es que después de que ciertas porciones de ciertos sacrificios eran quemados como ofrendas para el pecado la sangre era llevada al Lugar Santísimo y los sacerdotes comían esas porciones de la ofrenda que quedaban, en el que simbólicamente cada pecado era trasferido a su persona y era adjuntando al Tabernáculo.(Lev 6:25-26; 10:12-20) La perversión de este principio surgió en culturas y tradiciones paganas antiguas que creían en deidades “comedoras de pecado” (Ej: Los Tlazolteotl de los Aztecas, Escoceses, etc ).

El resultado acumulativo del ciclo de la expiación consistía en que los pecados de la congregación eran transferidos a los santos ornamentos y compartimientos del Tabernáculo, como el altar y el lugar santísimo, por medio de la ministración de los sacerdotes. Muchos grupos Cristianos, esencialmente todos menos el Adventismo, creen que el fin de la historia del pecado se efectúo en la Cruz o justo después cuando Cristo, como nuestro Sumo Sacerdote, tomo la culpa de la humanidad presentándose El mismo como ofrenda de sacrificio ante las cortes Celestiales. (Juan 20:17, Efesios 4:8, Heb 4:19) Como estos cristianos creen que el pecado fue “destruido” en tal punto, ven a los fuegos del juicio como algo retributivo y penal por naturaleza.

Esta es una perspectiva extremadamente limitada sobre la manera en que el juicio se conecta con la misericordia en la mente Divina. Esta escrito, “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron.” (Salmo 85:10)

Aunque la ira del Todopoderoso se describe en lenguaje humano como “venganza,” (Deut 32:41, Rom 12:19) esta sola idea no presenta el cuadro completo. Debemos recordar que el Todopoderoso la personificación del amor y del perdón y aun a los más impenitentes de Sus hijos les proveyó una piedad infinita y un máximo sacrificio para “que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9)

La venganza de Yahweh es una descripción del poder de Su potestad pero Su corazón no desea la destrucción de los pecadores, (Ezequiel 33:11) cuya perdida El lamentara en el día de la retribución final. Yahweh “es Fuego consumidor” porque Su odio hacia el pecado es perfecto, (Deut 4:24, 9:3) pero (como son parte del proceso de la expiación en su totalidad) los fuegos del juicio son purificadores y restaurativos para el universo, aunque los cuerpos y las almas de aquellos que persisten en su asociación con el pecado perecen (“apollumi” - Juan 3:16) lo cual significa que “no existen mas.”

De nuevo aquí vemos que el entender el carácter de Yahweh hace mucho más fácil el discernimiento entre las buenas doctrinas y las tradiciones más antiguas. Estudiaremos sobre el concepto del “tormento conciente y eterno en el infierno” mas adelante pero el enfoque aquí consiste en que los fuegos del juicio se utilizan mas como elementos purificadores del universo que como castigos excesivos para los pecadores, aunque son una consecuencia natural del perfecto sistema de la justicia Divina. El enfoque, aun en el ultimo acto de esta justa indignación, consiste más bien en bendiciones que en penalidades, mas en la expiación que la en destrucción.

Por supuesto que nada de esto se le ha ocultado a la humanidad. (Isaías 48:6) Yahweh se revelo así mismo en los símbolos y tipos de los ritos del Viejo Testamento y esta limpieza o purificación final del pecado se representa de hecho en el rito del Día de Expiación que se describió en el Capitulo 1 de esta guia.

El Tabernáculo y el Templo, erigidos para la gloria de Yahweh, fueron representaciones terrenales del Verdadero, (Exodo 25:9,40; 1 Cron 28:11-12; Heb 8:5) el Templo o Tabernáculo que están en el Cielo. (Apoc 11:19; 14:17; 15:5; 21:3) Es verdad, y frecuentemente se malentiende, que no habrá un Templo visible en la ciudad de la Nueva Jerusalén que desciende a la Tierra después del Juicio, (Apoc 21:22) pero solo la Nueva Jerusalén (la capital del Reino Celestial) “descenderá” del Cielo a la Tierra.” (Apoc 3:12) Mas adelante vemos que aunque Cristo es “un Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” porque Su ministerio es eterno, (Heb 5:10: 7:24) El es un Sumo Sacerdote de acuerdo al patrón del sacerdocio Levítico, pues cumple sus tipos y ceremonias de manera espiritual, instituyendo así un mejor pacto y sacerdocio. (Mat 5:17; 1 Cor 15:3; Heb 7:11, 9:1, 19-26)

La Doctrina del Santuario, en esencia, es un reconocimiento de la correlación que existe entre lo imperfecto, el Santuario terrenal y lo perfecto, el Santuario espiritual en el que Cristo opera ahora como un Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec y de acuerdo a los símbolos del sistema Levítico (Ej: sacrificios, la purificación del Lugar Santísimo, la transferencia del pecado por los sacerdotes, y así sucesivamente). Esto ha conllevado a una mejor comprensión de los efectos del sacerdocio de Yahshua y de las creencias peculiares del Adventismo, incluyendo el concepto de un “Juicio Investigador.”

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